Hoy celebramos el día de éstos dos mártires salesianos. Junto con ellos, otros 118 mártires, fueron asesinados en China a lo largo de casi tres siglos (1648 1930). Fueron beatificados por Juan Pablo II el 15 de mayo de 1983.
Desde pequeño, Luis Versiglia cultivaba el sueño de las misiones. En 1906, este sueño se realiza y, a los 33 años, es el responsable de la primera expedición a China del primer grupo salesianos. Trabajo en Macao, donde es llamado "padre de los huérfanos" y donde se le aprecia como director espiritual. En 1920 es elegido como Obispo de Schiu-chow, en la región del Kwangtung, al sur de la China, en un período de graves tensiones sociales y políticas que sacudirán cada vez más las misiones católicas.
Entre Monseñor Luis Versiglia y Don Calixto Caravario puede encontrarse el hilo conductor de una promesa que los unirá para siempre en el martirio. En 1919, Calixto, joven clérigo salesiano, manifestó al obispo su voluntad de reunirse con él cuanto antes en las misiones de China. La promesa se realizó diez años más tarde: Calixto fue ordenado sacerdote de manos de Monseñor Versiglia. Su sacerdocio fue muy breve, apenas ocho meses, que celebrará definitivamente con su último y solemne ofertorio: su propia vida.
Los dos santos fueron asesinados el 25 de febrero de 1930, en Lai-Tau-Tsui.
Viajaban en barca por el río Lin-chow junto con tres hombres, cuatro mujeres, -tres de las cuales eran jóvenes-, y a las personas de la tripulación. Fueron detenidos por una banda compuesta por unos diez hombres en busca de dinero y de objetos de valor pero, cuando éstos notaron la presencia de las jóvenes, dirigieron toda su atención a ellas. Los dos misioneros intuyeron las intenciones de los bandidos y se opusieron con decisión, pero fueron golpeados y asesinados por su resistencia en la defensa del honor de las tres muchachas. En el momento de morir, suplicaron a Dios el perdón para aquellos asesinos.
Los protomártires salesianos, junto a los otros mártires del grupo, constituyen la expresión del servicio misionero universal de la Iglesia. Su martirio ha unido a cristianos chinos y extranjeros, seglares y sacerdotes, hombres y mujeres de todas las edades; signo de que la fe cristiana sabe superar las fronteras nacionales y raciales y procura crear una sola comunidad de santos que celebra con Dios la liturgia celestial.
Los mártires chinos son los primeros santos canonizados pertenecientes a la región más populosa del mundo.
Información extraída de mallinista.com