"Y les dijo: - Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean en mi Nombre: echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán- Así pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios"
(Mc 16, 15-19; cfr. Lc 24, 50-51).
Celebramos la Ascensión del Señor, es el domingo anterior a la fiesta de Pentecostés, son solemnidades muy importantes de la Iglesia, nos hablan de nuestro destino final: ir al Padre como Jesús y de la fundación y misión de nuestra Iglesia Católica.
La fiesta de la Ascensión no nos habla de un alejamiento de Cristo, sino de su glorificación en el Padre. Su cuerpo humano adquiere la gloria y las propiedades de Dios antes de encarnarse. Con la Ascensión, Cristo se ha acercado más a nosotros, con la misma cercanía de Dios. Es también una fiesta de esperanza, pues con Cristo una parte, la primicia de nuestra humanidad, está con Dios. Con él, todos nosotros hemos subido al Padre en la esperanza y en la promesa. En la Ascensión celebramos la subida de Cristo al Padre y nuestra futura ascensión con él. Al celebrar el misterio de la Ascensión del Señor, recuerda que EL CIELO ES NUESTRA META y que la vida terrena es el camino para conseguirla.